jueves, 25 de septiembre de 2014

Tropezar con la misma piedra


Dicen que solo el ser humano es el único ser capaz de cometer el mismo error una y otra y otra vez, ni los animales tropiezan dos veces con el mismo obstáculo, por el contrario, lo esquivan.


Sin embargo, a diferencia de los animales y sobre todo las mujeres, nos llevamos la medalla de oro a la necedad, masoquismo y estupidez. Es como si todo el dolor que jamás imaginamos seríamos capaces de sentir, no fuera suficiente para poner un stop y decir ok, hasta aquí llegue. 



La idea errónea de que el amor es sufrimiento y que mientras más duela más estás amando, es una patraña creada por las novelas mexicanas y así, al mismo estilo de María la del Barrio, Rosalinda o Marimar, nos aferramos a aquél dolor, a ese sentimiento que nos ahoga y nos quita la respiración; todo ¿por qué? por un miedo absurdo a volver empezar.

A veces la vida nos topa con personas que son negativas en todo el sentido de la palabra, que nos quitan, nos restan, nos absorben y se llevan los mejores momentos de nuestras vidas y con ello nuestras risas espontáneas y de paso, nuestra esencia. De pronto un día despertamos y nos damos cuenta de que no somos más esa persona llena de vida y energía que solíamos ser, nos somos más esa cara risueña y llena de esperanza; y así un día cualquiera, nos damos cuenta que nos hemos convertido en un simple fantasma, en un ente que solo camina y respira por automatismo y es entonces cuando debemos tomar aquella dura y difícil decisión de decir adiós y seguir nuestro camino, lejos de ese alguien que no supo valorarnos y que nos regaló más decepciones que risas, más lagrimas que abrazos y más  tristeza que momentos gratos.

Cuando conocemos a alguien luego de una decepción y que de primer momento parece ser esa persona que te salvará, que te dará al fin las cosas que no te dieron, que será él con el que al fin tengas tu historia de amor, colocamos todas nuestras esperanzas y energías en aquella historia. Sin duda al principio todo irá bien, ambos darán lo mejor de sí mismos, y nos ilusionaremos e involucraremos alma, piel y corazón, esperando que éste sea lo que llamamos "nuestro destino".

De pronto llega la primera señal de que no era el príncipe de la cenicienta, pero lo dejamos pasar, confiadas en que nosotras, al estilo de la típica película americana, haremos cambiar al bad boy, que solo con amor y paciencia todo será como  lo imaginamos. Y sí, ahí está el problema, nos la pasamos idealizando situaciones, contándonos cuentos y cuando nos damos cuenta, hemos caído una, dos, tres veces y cada vez nos resulta más difícil levantarnos.

Dicen que la primera vez que te defraudan, cometiste un error, te equivocaste, simplemente confiaste en la persona incorrecta, pero qué pasa cuando esa misma persona es la que te defrauda, dos, tres, cuatro, seis o diez veces más? Acaso también es un error? No, sin duda fue una decisión y por ende, debemos dejar de culpar a ese ser que nos lastima, porque somos nosotras quienes nos exponemos una y otra vez ante ese ser que sabemos que al final del día, terminará por causarnos un gran daño.

Pues sí, quien fue capaz de dejarte sufriendo y no sentir ni una pizca de pena por tu dolor ni remordimiento, es alguien que simplemente no te supo querer y cada vez que vuelva a ti, no tardará mucho en volver a aniquilarte y cada vez, será peor y tú caerás un poco más bajo.

Pero nos obsesionamos, nos aferramos a esa historia por más tóxica que sea porque no tenemos una puta idea de qué pasará con nosotros luego de eso y elegimos los momentitos fugaces de felicidad que nos da en la cama o luego de una pelea, por encima de nuestra paz mental, de nuestra salud emocional y sobre todo por encima de nuestra autoestima.

El día que tengamos la fuerza suficiente para decir “me quiero más a mi que a ti” y “no me conformo con esto en mi vida” y tomemos las riendas de nuestras emociones, el dolor pasará, los recuerdos cada vez serán más lejanos y la determinación de que es mejor así, cada vez será más fuerte; entonces descubriremos esa puerta de salida que nos llevará  a ver el sol luego de tanta oscuridad y por qué no, tal vez solo allí, cuando dejemos de perdernos de vista a nosotras mismas, llegará aquella persona que sí sabrá hacerte feliz y darte el valor y respeto que todas nos merecemos.

Dicen por ahí que lo bueno tarda pero llega. Así que fuerza, aprendamos que nuestra felicidad no depende de otra persona, sino de nosotras mismas, y el día que entendamos eso, el dolor se irá y las nubes de nuestra cabeza dejarán de tapar al sol. A veces es mejor la incertidumbre del mañana a solas, que la certeza del dolor y tormento con quien ha dado muestras exageradas de que no te ama.

Si aprendemos a dar un paso al lado en el momento indicado, podemos evitarnos años de dolor y tortura, no seamos más mártires, si algo no funciona no nos obsesionemos tratando de hacerlo funcionar a la fuerza, recuerden que el sexo no garantiza el amor y que lo que no se da de modo espontáneo, simplemente no se dará por la fuerza.

Más vale sola y tranquila, que acompañada y permanentemente atormentada, no desperdiciemos nuestros mejores años tropezando una y otra vez con la misma piedra, que solo caeremos más al fondo y a veces sin siquiera haber terminado de pararnos.

Ate,

Lunática a mil







martes, 11 de febrero de 2014

Alguien tiene que ceder

A veces, las mujeres como yo, con cierta confianza y seguridad en sí mismas, con algún complejo de superioridad y con un ego que en algunas ocasiones parece dispararse hasta el cielo, no medimos las consecuencias de nuestros actos, de nuestras palabras, de nuestro comportamiento y de las marcas que dejamos impregnadas de nosotros, en otras personas que no hicieron nada más, que intentar querernos.

Suele pasar, que tendemos a probar los límites de las personas y jugar en ellos, como si sintiéramos que sólo así, y habiendo superado ello, una persona es digna de nuestro amor. Y en ese juego, en el cual solo nos dedicamos a tensar la cuerda, ésta obviamente se rompe y es entonces, cuando nos sentimos mal queridas y humilladas y le echamos la culpa a ese ser que tal vez lo único que hizo, fue reaccionar y demostrar que no es un esclavo de nuestra voluntad y claro, personas como nosotras, caprichosas, engreídas y egocéntricas, solo podemos entender esa falta de sometimiento como un desplante a nuestro cariño. Sí, sin duda estamos locas.

Pero no todo es culpa nuestra, es cuestión de escarbar en nuestro pasado amoroso y sí, ahí lo encontraremos a él, a ese ser que aunque para ti es el único que te amó de verdad, a estas alturas parece ser el que mas daño te hizo, pues a tus veintitantos años, no puedes tener una relación donde no medie el drama y donde sometimiento no sea igual a amor verdadero y donde chico con carácter no te signifique desgraciado que no te quiere. Y me incluyo en ésto y déjenme decirles que, qué difícil que la tenemos carajo, pero ok, vamos por partes.

Tengo una historia al respecto, o dos. En mi pasado, uno lejano y otro no tan lejano, conocí a dos personas, que son las únicas personas que a la fecha yo puedo decir que jamás se han portado mal conmigo en ningún sentido, pero ok, yo me porté mal con ellos, en todos. Y sí, cuando era una colegial, tuve un novio del que sin estar muy enamorada hice y deshice como quise y el cual se sometió a mi exclusiva voluntad durante casi dos años. Para mi mala suerte, éste chico fue mi primer noviecillo en serio y él hacía lo que yo quería, a la hora que a mi se me diera la gana y como a mi se me antojara, éste sujeto no recibía sugerencias ni solicitudes, sino órdenes, cuando me di cuenta que lo tenía sometido, me volví una pequeña tirana y obvio, como a nadie le gusta estar con un títere, terminé dejándolo con el amor a flor de piel (aunque sinceramente a éstas alturas sospecho que más allá de amor era algo enfermizo) y como no, con el corazón partido en 100.

Cuando después de él, tuve la oportunidad de conocer a la persona que hasta el día de hoy considero, ha sido el amor de vida (nótese "hasta el día de hoy", porque aun tengo 27 años y eso puede cambiar), simplemente no pude ser feliz. Por qué? Porque estaba acostumbrada a tener un esclavo y no a un enamorado y no pude manejar que no se hiciera siempre lo que yo quería, no pude manejar que no corriera detrás de mi cada vez que hacía una escena con o sin razón y claro, a eso hay que sumarle otros factores que no colaboraron en la relación, pero finalmente, pese a todo el amor que yo sentí, terminé por sentirme mal querida, insatisfecha y no valorada y solo ahora, después de muchos años, puedo ver que claro que era valorada y amada, pero eso ahora, es solo el pasado.

Luego de eso, conocí a alguien más, que al estilo del primer chico del que hablé, se perfilaba como un chico noble, y bueno. Claro que éste chico era muchísimo más lindo y además tenías unos ojos hermosos que me encantaban. Así que me enamoré de él, al principio todo bien, éste nuevo chico avanzaba en cámara lenta y eso hacía que yo quiera conocerlo más y descubrir más cosas, pero luego, cuando cogí confianza y noté que ya lo tenía, opté por probar sus límites, y aguantó todo, cada uno de mis berrinches, de mis caprichos, de mis engreimientos, de mis arrebatos sin sentido, de mis palabras hirientes, de mis ataques de histeria, de mi ira, sin decir nada, sin quejarse, como un buen soldado y entonces, hice lo que suelo hacer cuando pasan éste tipo de cosas: baile marinera sobre su cabeza y muy a mi estilo sádico, lo herí en lo más profundo, por mi inmadurez, por creer que si me quieren tienen que aceptarme como soy y como no, por él haberme permitido tanta malcriadez sin ponerme un freno ... y así, una vez más, me fui, porque sin duda, no me gustan los títeres, lo repito, y preferí buscar alguien capaz de ponerme en mi lugar, algún día.

Lamentablemente, cuando has tenido a tu lado a un hombre que te ha dado amor sin límites y de manera desmedida cuando es claro que no te lo debió dar, crees que amar es así, que entonces el que venga, tiene que quererte igual, sino, no te quiere bien y es ahí cuando digo que a veces estos amores, más nos hacen un daño que un bien, porque no nos preparan para el mundo real y nos dejan viviendo dentro de una burbuja que ellos crearon para nosotros. Y así me pasó, cuando al fin me estaba volviendo  a enamorar y después de mucho tiempo, estaba encontrando cierta estabilidad en mi vida, lo perdí todo, por no saber querer y no saber cómo hacer que me quieran. 

Mi ego y mi autosuficiencia, no me dejó ver más allá de mi misma y por tanto, no me dejó ver mis errores y las marcas que los mismos estaban dejando, vivía en mi burbuja creyendo de modo equivocado, pensando que quien me quiera me tiene que aceptar como soy y punto, no hay discusión al respecto. Y digamos que es verdad ésto, pero si podemos corregir algunas cosas que evidentemente son malas y que lastiman, no basta con hacerse la loca y decir yo soy así, por que no todos los hombres son mi novio el colegial ni aquel chico de ojos hermosos, no todos me van a aguantar mis majaderías y van a quedarse ahí para soportar la próxima, porque es cierto lo que oí hace poco, LAS RELACIONES SON DE DOS, y si no nos metemos eso en la mente, vamos a seguir tropezando. Yo me puse cabe a mi misma, mi orgullo no me dejo enmendar mis errores, ahora que quiero hacerlo, tal vez sea tarde, no lo sé. Pero al menos, creo que ahora soy una mejor persona. Espero que la vida y él, me puedan dar una segunda oportunidad, sino, para adelante, la vida sigue y yo también.



Atte,


Lunática a mil

viernes, 7 de febrero de 2014

Es tan fácil romper un corazón

Desde que me inicié en el mundo del amor, vengo escuchando muchas teorías científicas acerca de que el amor nace y muere en el cerebro. Que aquello que nosotros llamamos "corazón" no es más que un músculo que late y se encarga de bombear la sangre a todo el cuerpo; que entonces, eso de que se "te rompe", no es más que pura metáfora y cursilería.

Sinceramente, yo no creo que lo sea. Tengo 27 años, algunas experiencias buenas, otras bastante malas y déjenme decirles que han sido éstas últimas, las cuales me han hecho sentir cómo ese músculo ubicado en la parte izquierda de mi caja toráxica se ha partido en una, en dos y hasta en mil pedazos, en más de una oportunidad. Así que yo puedo dar fe señores que vaya que SÍ SE TE ROMPE EL CORAZÓN Y QUE SOY UNA SOBREVIVIENTE, o al menos, se siente como si se te quebrara de verdad. Imagino que he ahí la fuente de la frase.

Siendo un nuevo año y el inicio de muchas nuevas cosas en mi vida, decidí dejar atrás todo aquello que consideraba nocivo para mi, llámese trago, puchos, juerga y como no, aquel infeliz que me hacía el corazón tricitas cada vez que podía. Así que opté por una nueva yo y eso, acarreaba dejarme de todo tipo de tonterías, lo que significaba involucrarme como es debido en lo que me tenga que involucrar; no más medias tintas, o es o no es. Y bueno, como dicen que las cosas pasan cuando suceden, que un clavo saca otro clavo y no se que tonterías más, apareció. No podemos negar que ese dicho de "gallina que come huevo..." tiene mucho de cierto, así, que como era de esperarse, no tome nada en serio lo que se me presentó en la vida, de primer momento.

Parecía un buen chico cuando hice amistad con él, me parecía atractivo, algo inteligente, bastante sencillo, bonachón y bueno, tenía un gran defecto, tenía enamorada. Aunque eso lo podíamos arreglar en dos patadas y no es que me alucine la mamacita pero no se por qué tenía un presentimiento al respecto. Pero no me interesaba, lo veía muy chiquito para mi, muy tiernito, nada para ir más allá de un coqueteo inocente y tal vez algo más. Pero como soy especialista en que se me vayan las cosas de las manos, nuestra "amistad" se fue intensificando. Me gustaba pasar tiempo con él, cada vez quería pasar más rato y ya me empezaba a estorbar un poco los tiempos que me robaba su chica de ese momento.

Debo aclarar que yo no planeé nada, las cosas se dieron solas, tal vez porque ambos dejamos que fluyan. Un día nos besamos, y desde ese entonces, no dejamos de hacerlo, como era de esperarse, la relación con su chica se acabó; no sé si por mi, no sé si fui un factor determinante o no, pero lo cierto es que le lastimamos el corazón a una inocente, que no se lo esperó, que no se lo vio venir y que sufrió a costa de mi nueva ilusión; tal vez, el karma es lo que me está pasando factura una vez más, ahora que me encuentro así.

Cuando las cosas empezaron a ir más en serio entre nosotros, yo sentía algunas dudas, de mi lado, porque aún tenía sentimientos por el bastardo del 2013 que no me dejaban de doler del todo y aunque estaba empezando a querer mucho a éste nuevo chico, tenía que estar totalmente liberada de lo otro para poder aventurarme por completo en esta nueva especie de relación que parecía estaba empezando y por el lado de él, porque me generaba mucha desconfianza la forma en que había terminado su relación y como se había involucrado tan rápido conmigo, me parecía todo muy veloz, quería muchas cosas en muy poco tiempo y eso me asustaba un poco. Así que mientras me adecuaba, curaba mis heridas y superaba mis traumas, le pedí tiempo, paciencia y comprensión; y a mi modo,a mi muy particular modo, puse un freno cuyas consecuencias no medí, y que al parecer no solo no entendió, sino que sin querer, lastimó su corazón, sin proponérmelo, por no saber usar las palabras correctas, por creer que todos deben de entender lo que digo o lo que quiero decir entre líneas, por creer que todas las personas tienen que resistir mis palabras de igual manera o reaccionar como yo espero que lo hagan. Es curioso, porque cuando dije lo que dije, juro que nunca quise que pasen las cosas que están pasando ahora, todo lo contrario.

Las cosas por supuesto siguieron, él se comportaba lindo conmigo, yo fui confiando de a pocos en él, fui bajando la guardia y sintiendo algunas cosas que al principio no sentía, creo que ese es el inicio de todo y una serie de cosas maravillosas que todos podemos llegar a sentir por alguien; pero no sé, como toda chica y su sexto sentido, algo no marchaba bien. Ahora que me sentía involucrada en ésto que el y yo teníamos, ya no lo sentía a él tan conectado. A veces, hasta sentía que se aburría de pasar tanto tiempo conmigo, cuando hasta hacía unas semanas, no quería despegarse de mi. Todo eso me lastimaba e incrementaba mis inseguridades. Los que me conocen saben que no soy ni la mas inteligente para reaccionar y que precisamente mi lado racional no es el que se activa ante situaciones en las cuales me siento insegura. Entonces pasó lo inevitable, peleas, reclamos, insinuaciones tontas, indirectas de celos y lo peor, el más patético papel de víctima que me ha tocado protagonizar en la historia.

Pero todo esto era pura actuación, hasta que me enfrenté a algo que no esperaba y que ahora yo no me había visto venir: ese chico bueno, que había querido todo conmigo al principio que hasta me había dicho que estaba enamorado, que en más de una oportunidad me había preguntado "que somos", ya no sabía que quería conmigo, ya no sabía si quería estar o no,  es más, sabía que en ese momento no quería, ya no se sentía tan enamorado de mi y prefería ser patas y ver que pasaba. Ahora era él quien quería ir con calma y que fluya solo.

Esta demás decir que mi corazón se volvió a romper, de un día para otro, de la forma mas sencilla, el día menos pensado, con una simple pregunta y ante una respuesta jamás esperada. Es curioso como la vida te puede seguir dando lecciones tan duras cuando piensas que ya no se puede ensañar más contigo. Una vez más, el cielo me volvió a escupir en la cara y me dijo, no te sientas segura de nada, que el control no lo tienes tú; y yo casi ya me estaba olvidando de eso. No sé si me lo merecía, no sé si yo me lo busqué, no sé si es justo o no, solo sé que así sucedió. Tal vez no era el indicado y pasó antes de que siente más cosas. No doy nada por sentado. 

Atte.


Lunática a mil